Estética Masculina - Parte I
Es asombroso como después de tantos años de idiosincracias en donde predominaron las consideraciones de que los cuidados estéticos debían ser exclusivos para las mujeres, o al menos los más particulares como la hidratación de la piel, el tratamiento de las arrugas, el control de grasa, etcétera, sea hasta mediados del siglo XX en que los hombres se comienzan a dar cuenta de que el cuidado del aspecto físico va más allá de un corte de cabello y, en algunos casos, una rasurada.
Los cánones de la
estética occidental han dictado que la figura masculina debe ser imponente,
proyectando fortaleza y seguridad, en algunas épocas y/o regiones esta idea
llegó a relacionarse con una piel áspera, de aspecto casi descuidado, pues lo
contrario podría llegar a ser considerado una forma de debilidad o daba
indicios de que el hombre se ocupaba en aspectos “menos importantes”. Por
supuesto, estas creencias están involucradas en las ideas machistas que han
perdurado a lo largo del tiempo.
Sin embargo, a partir de la década de los 70′s esta tendencia cambió, y la industria cosmética se comenzó a enfocar en las necesidades de la piel masculina. Esto fue de manera muy gradual al principio, mediante la reducción, y en ciertos casos, la eliminación de alcohol en productos para afeitar.
En la década de los
80′s la población masculina se interesó, en manera tal vez muy moderada, a
interesarse en el empleo de algunos productos cosméticos como son los cosméticos
antiacné o los productos para evitar la caída del cabello. Fue hasta una década
después, durante los 90′s cuando el sector masculino comenzó a comprometerse a
profundidad con su aspecto físico y a preocuparse por lucir saludable y joven.
Lo anterior propició
que las industrias dedicadas a la elaboración de formulaciones cosméticas
trabajaran en cremas, lociones, acondicionadores y otros productos elaborados
especialmente para la piel masculina.
Los medios de
comunicación jugaron un papel muy importante para el desarrollo de la cosmética
masculina, pues a través de ellos fue que se difundió la idea de que los hombre
deberían cuidarse más allá de afecciones como el acné y la calvicie. Y de esa
manera, el hombre comienza a buscar productos para el bronceado, la hidratación
de la piel, la eliminación de arrugas, cuidado de manos y pies, depilaciones,
etcétera.
El escritor
británico, Mark Simpson fue quien, a principios de este siglo denominó como “metrosexual”
al hombre especialmente preocupado por el sentido de su imagen, la estética y
la sensibilidad.
La industria
cosmética ha sabido hacerse un espacio en este mundo; así, las clásicas
lociones alcohólicas para después del afeitado (after-shave), causantes de un
elevado índice de irritabilidad, han evolucionado hacia fórmulas de bajo o nulo
contenido alcohólico, de distintas texturas y aromas, que incorporan agentes
hidratantes y nutritivos. Desde geles hidratantes, reductores, protectores
solares, lociones capilares, desodorantes, cremas para el contorno de los ojos
hasta maquillajes, anti - ojeras, brillos labiales, lápiz de ojos o productos
para manicura pueden hallarse actualmente en perfumerías, centros de estética y
secciones de dermofarmacia de oficinas de farmacia.
Una vez que
entendida la evolución de la idiosincrasia occidental con respecto a la
estética masculina exploremos las bases científicas de la cosmética para
hombres.
Al ser evidentemente distintas las características histológicas entre la piel masculna y la fenemina, los cuidados que necesitan cada tipo cutáneo debe de ser distinto, ello justifica la elaboración de productos especiales para el sexo masculino de la población.
Los principales
puntos a comparar entre la piel masculina y la femenina son:
La cantidad
de elastina y colágeno. La piel varonil contiene mayor cantidad de
elastina y colágeno. El hecho de que esta última proteína se sintetice en mayor
cantidad y su porcentaje de acumulación en la epidermis sea más elevado da
lugar a que la piel del hombre sea un 15-25% más gruesa que la piel femenina.
La aparición
de arrugas. En el hombre empiezan a hacerse patentes a los 40-45 años,
y es a partir de los 50 cuando los surcos debidos a la edad cobran mayor
importancia, pues ganan profundidad y brusquedad. En la mujer, este proceso se
inicia a una edad más temprana, sin embargo, su evolución es algo más lenta
.
Los niveles
de grasa en la piel. Las glándulas sebáceas en la piel masculina son
más abundantes, de mayor tamaño y más activas que las que caracterizan a la
piel femenina. La estimulación androgénica ejerce un importante papel en ello,
por lo que da respuesta a la mayor incidencia y gravedad en el acné juvenil en
varones, la mayor cantidad de grasa, brillos y comedones en el hombre adulto y
la típica y acusada sequedad cutánea que caracteriza a las mujeres
posmenopáusicas.
La cantidad
de bello en el cuerpo. La aparición de la barba y bigote, el vello en
pecho, brazos, piernas e incluso espalda es una característica diferencial del
sexo masculino, condicionada por el código genético. Su desarrollo se inicia en
la pubertad, y es hacia los 15-16 años cuando los jóvenes púberes comienzan a
afeitarse, práctica que llevará a lo largo de la vida del hombre a la continua
agresión de estas zonas. Microtraumas y lesiones propias del afeitado diario
acompañarán los hábitos higiénicos masculinos, por lo que, en gran medida, se
convierten en los causantes de que la piel facial masculina presente un estado
más castigado.
Artículo hecho por:
Dr. Carlos Alberto Ramírez Medina
M.N.: 146.653
CARISMA MEDICAL CENTER
Medicina Estética y Longevidad
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